INTRODUCCION:
¿Cómo no recordar aquel momento acaecido aquel infausto momento, en Iquique durante la guerra del Pacífico, entre las fuerzas chilenas y peruanas, entre los años de 1879 y 1883?.
Después de aquel, 21 de mayo de 1879: Tanto chilenos como peruanos, debemos considerar las palabras emotivas y sobrecargadas de caballerosidad y dignidad, alejadas de toda aquella mezquindad, (distinguiuéndose de lo que hoy en día percibimos, en muchos de los comentarios expresados por ciudadanos de ambas nacionalidades). Quedan estas palabras, como muestra y ejemplo para el mundo, de la forma de proceder de hombres que se encuentran a otro nivel, en momentos tan álgidos para los corazones de ambas nacionalidades, como los ocurridos aquellos días.
¿Cómo no recordar aquel momento acaecido aquel infausto momento, en Iquique durante la guerra del Pacífico, entre las fuerzas chilenas y peruanas, entre los años de 1879 y 1883?.
Después de aquel, 21 de mayo de 1879: Tanto chilenos como peruanos, debemos considerar las palabras emotivas y sobrecargadas de caballerosidad y dignidad, alejadas de toda aquella mezquindad, (distinguiuéndose de lo que hoy en día percibimos, en muchos de los comentarios expresados por ciudadanos de ambas nacionalidades). Quedan estas palabras, como muestra y ejemplo para el mundo, de la forma de proceder de hombres que se encuentran a otro nivel, en momentos tan álgidos para los corazones de ambas nacionalidades, como los ocurridos aquellos días.
Nos preguntamos ahora, ¿Por qué no podemos actuar como estas honorables pesonas, que a pesar de estar involucrados directamente en esta ingrata situación, saben sobrellevar respetuosamente tal circunstancia?.
Si ellos pudieron comportarse a la altura debida, ¿por qué hoy, nosotros, países vecinos y podría decirse países hermanos, no podemos sobrellevar de una manera distinta, lo que hoy nefastamente percibimos, en personas extremadamente nacionalistas?.
Se realiza esta necesaria reflexión, reconociendo que no es el lugar adecuado para expresarlo, pero nos guiamos por la necesidad de repensar los comentarios -magros y penosos-, tanto de nuestros compatriotas peruanos, como de nuestros paralelos amigos chilenos, colocadas en la red.
Es una invitación a la cordialidad, en los momentos de paz. Pues, no hay necesidad de rivalizar, si no existen las situaciones "adecuadas", que nos inviten a actuar de una forma tal.
Es más, -y ésto para los más extremos en el pacifismo-, tal vez no haya ninguna situación posible, que signifique o se preste como excusa, para recurrir a la violencia.
Para los lectores de otras nacionalidades, esta brevísima exlicación, tratando con ello de contextualizar el informe. He aquí pues la carta en mención enviadas por el peruano Miguel Grau Seminario (marino peruano vencedor aquel combate), a la viuda de Arturo Prat (marino chileno que perdió la vida en este día, ante las fuerzas peruanas. Asimismo, la respuesta concedida por la viuda del héroe chileno, concedida al marino peruano. Leamos, con suma, atención las palabras con la que expresan:
Carta de Miguel Grau a Carmela Carvajal Vda. de Prat
Monitor Huáscar
Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla.
En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, fue como usted no lo ignorara ya, victima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria.
Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, fue como usted no lo ignorara ya, victima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria.
Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau. Inventario de los objetos encontrados al capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la corbeta chilena “Esmeralda”, momentos después de haber fallecido a bordo del monitor “Huáscar” :
* Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros.
* Un anillo de oro de matrimonio.
* Un par de gemelos y dos botones de pechera de camisa, todos de nácar.
* Tres copias fotográficas, una de su señora y las otras dos probablemente de sus niños.
* Una reliquia del Corazón de Jesús, escapulario de la Virgen del Carmen y medalla de la Purísima.
* Un par de guantes de preville.
* Un pañuelo de hilo blanco, sin marca.
* Un libro memorándum.
* Una carta cerrada y con el siguiente sobre escrito: “Señor Lassero. Gobernación Marítima de Valparaíso. Para entregar a don Lorenzo Paredes”.
Al ancla, Iquique, mayo 21 de 1879
El oficial de detall
Pedro Rodríguez Salazar
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Se pudo encontrar en la red este vídeo que, si bien es cierto, puede redundar en lo expresado en la carta anterior; sin embargo, complementa de buena forma su significado, a través de su buena representación escénica:
Carta de la viuda de Prat a Miguel Grau Seminario
Señor don Miguel Grau Distinguido señor:
Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar” en 2 de junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.Al proferir la palabra martirio no crea usted señor, que sea mi intento inculpar al jefe del “Huáscar” la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, de haberla podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.
A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.
Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona y por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta y afectísima segura servidora
NRMQ
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