miércoles, 3 de agosto de 2011

ALEJANDRO MAGNO (356 - 323 a.C.)

Representación de Alejandro Magno, en una de sus tantas campañas militares.

Nació Alejandro (en griego Alexandros) Magno un día de finales de julio del año 356 a. C., en el palacio que poseían sus padres, Filipo II y Olimpia, reyes de Macedonia, en Pella. Entre los trece y los dieciséis años fue instruido por el sabio Aristóteles, recién llegado a Macedonia en compañía de su amigo Teofrasto. En el palacio de Mieza, muy cerca de Pella, el joven héroe aprendió todos lo que un muchacho de su edad y clase social necesitaba. Demostró su poco gusto por los ejercicios físicos y sus preferencias hacia los libros. Fue considerado un gran guerrero, ya que era muy dado para esta arte. También se le distinguió como un precoz jinete, lo cual demostró domando a su caballo “Bucéfalo”, tarea que había resultado realmente dura.

En cuanto a su personalidad se podría hablar de un muchacho alegre y despreocupado, dando mucha importancia a la amistad y con una larga carrera militar que dejó tras de sí muchas penalidades y penurias que cargaban sobre sus espaldas. Aunque con su carácter tuvo también sus defectos; dado su poder y sus éxitos llegó a volverse vanidoso e incluso tiránico con su ejército, pero siempre fue el mejor de todos los componentes de este último. Era valiente, alegre, dispuesto y agradable con sus subordinados. Jamás cayó en la codicia y vanidad propias de los que consiguen el éxito tan pronto, si no que se mantuvo como un hombre llano y sencillo. Tras todos estos años, pasados en Mieza, Filipo le confió todo el poder que estaba en su mano darle: le dio una regencia (pasajera), una expedición a Tracia y la responsabilidad de un ala del ejército en la batalla que llevaron a cabo en Queronea.

Filipo II
Filipo II, su padre

Durante su infancia a Filipo lo llevaron de rehén a Tebas, donde se supone que probablemente aprendió distintas técnicas militares que le sirvieron para manejar mejor su ejército macedonio, consiguiendo así su mejor época y manejar casi toda Grecia. Aún así no pudo cumplir el mismo su sueño, el derrotar a los persas, sus enemigos desde tiempos ancestrales, a los que ningún griego antes había conseguido vencer. De esto se ocupó su hijo, Alejandro. Filipo educó a su hijo combinando el ardor guerrero propio de los macedonios y la más profunda cultura griega; para lo cual hizo llamar como maestro a Aristóteles. A Filipo lo asesinó, durante la boda de una de sus hijas, Pausanias, un noble.

Aristóteles, el instructor

El sabio Aristóteles (nacido en el 384 a.C. en Estagira, Macedonia; y muerto en el 322 a.C. en Calcis, Grecia) fue probablemente el sabio, filósofo y científico griego más influyente sobre la civilización occidental. Fue el hijo del médico de la corte macedonia, por lo que se introdujo a muy temprana edad en la medicina y la biología. Fue también un gran escritor sobre diversos temas; ética, ciencia, poesía, política, arte, etc... Sus trabajos (de los que sólo se conservan fragmentos), influyeron en gran parte en la educación medieval.

Tras morir su padre le envían a la Academia Ateniense de Platón (367 a.C.), y allí recibe la influencia de Sócrates y Platón. Cuando muere Platón su sobrino se pone al mando de la Academia y Aristóteles abandona Atenas, aunque no se sabe realmente si la causa de esto pudo ser el no poder ocupar él este cargo.
Comienza a viajar durante doce años y establece dos nuevas academias, en Assus y en Mitilenia. En la primera se casa con Pitias, familiar próxima del rey, y cuando muere esta vuelve a contraer matrimonio con Herpyllis.

Se va a vivir a Pella, capital de Macedonia, y a los tres años pasa a ser el tutor de Alejandro Magno; el que, con el tiempo, llegaría a ser uno de los mayores guerreros y conquistadores de la historia.
En el año 339 a.C. regresa a Estagira, su ciudad natal, y se retira durante un tiempo; para dedicarse en exclusiva a la ciencia. En este mismo año inaugura el  Liceo, centro que competirá duramente con la Academia. En los 12 años que siguieron este centro fue el principal punto de recopilación de datos y estudios en todas las materias, aunque destacaba en historia y biología. Cuando en el 323 a.C. muere Alejandro Magno se pone en contra de todo lo macedonio establecido en Atenas y se refugia en Calcis, donde muere un año después.

Sólo 47 trabajos de Aristóteles se han podido conservar hasta nuestros días; y en su gran mayoría se trata de notas usadas en el Liceo, pero es un material demasiado denso para utilizarse de manera académica. La forma, títulos y orden actual de estos trabajos fueron dados por un editor unos tres siglos después de la muerte del autor.

En el año 335 Olimpia fue repudiada por Filipo y esta ordenó a otro noble que le matara en la boda de una de sus hijas al año siguiente. Alejandro hereda Macedonia, muy crecida por las nuevas colonias. Demóstenes se burlaba del nuevo rey por que, dada su corta edad, le parecía inofensivo. En el momento todas las ciudades griegas eran, prácticamente, independientes unas de otras. Cuando se hubo asentado como rey, tan sólo unas semanas después de la muerte de su padre, Alejandro va a Grecia y somete a todas las ciudades que la poblaban. Cuando este regresa a Macedonia los persas instigan a los griegos para que se rebelen. Cuando tiene noticias de esto Alejandro regresa, se instala en Tebas y mata a todo el que se rebele contra él. Incluso llega a obligar a la liga de Corinto a que voten por la destrucción de su propia ciudad.

Además de un gran guerrero, Alejandro demuestra ser un convincente y eficaz político. Decide perdonar a Atenas y, antes de esto, castigar a Tebas. Mientras esto ocurre, Macedonia es atacada por sus agresivos vecinos los tracios, los triballos y los getas; que da la oportunidad a la falange macedonia de demostrar su fuerza y poder. Igual suerte corrieron los ilirios. Alejandro acababa de dar pruebas a los bárbaros de su innato genio y estrategia militar; y Macedonia había demostrado, gracias a su rey, su superioridad en este campo.

Proyectos y medios

Busto de Alejandro Magno
El ejército heredado por Alejandro era excelente; por lo que él sólo tuvo que mejorarlo un poco, aunque esto no le quita mérito, ya que hay historiadores que afirman que Alejandro ganaba las batallas gracias a sus generales, pero esto quedó demostrado en más de una ocasión cuando llevó a cabo acciones en contra de la opinión de sus generales y aún así salió victorioso; por ejemplo en la batalla de Gaugamela. Sea como sea; su principal arma era la falange, una formación que combinaba a la perfección los firmes grupos de soldados con la movilidad que le permitía una infantería que portaba un equipo pesado que era importante transportar, lo cual no entorpecía la acción. Estos soldados eran los llamados pezetairos, eran unos 9000. Tenían el mismo rango que los heteros; caballeros nobles, pero con un número bastante inferior al anterior en cuanto a componentes se trataba. Estos dos grupos; junto a los hispavistos (3000 componentes), una ligera infantería, formaban la parte más esencial del ejército macedonio. Además Alejandro había pedido refuerzos a otros pueblos guerreros: los tracios, grandes jinetes, y rápidos y experimentados reconocedores; los tesalios, también excelentes caballeros; y los griegos de todas las ciudades conquistadas. También disponían de mercenarios de otros lugares a su mandato.

Dada su juventud era ayudado por veteranos militares de cuando su padre reinaba y seguían en activo para que lo guiaran y ayudaran mientras no tuviera la experiencia necesaria para dirigir él sólo el ejército. Lo único que necesitaban para llevar a cabo los proyectos de Alejandro era dinero, por que su padre había dejado un gran número de deudas a su hijo y apenas dinero para pagarlas. Esto no fue un impedimento para el muchacho, que deseaba realizar grandes proyectos. Algunos creen que quería conquistar Asia pero otros piensan que tenía una intención más modesta, como proseguir con la obra que su padre había empezado y llegar a completarla. El objetivo de su progenitor era vengar a los griegos y macedonios de la expedición realizada por Jerges (que a su vez quería, al igual que Alejandro, completar la obra de su padre, Darío). Se supone que el héroe quería llegar muy lejos, pero posiblemente no consideraba posibles las hazañas que finalmente realizó. No se cree, por ejemplo, que pensara llegar a la India el día que cruzó el Helesponto (actualmente estrecho de Dardanelos, situado al noroeste de Turquía). Tenía ante él el imperio persa; un territorio prácticamente ilimitado y con recursos casi infinitos gobernado por un poderoso rey. Alejandro disponía tan sólo con 300.000 hombres (cuando casi todo el mundo pensaban en el momento que contaba con más de un millón de componentes) y, aún teniendo en cuenta la superioridad numérica de sus rivales, atacó. El ejército enemigo pensaba que Alejandro contaba con más hombres y medios, y dispuso una estrategia defensiva muy dispersa y mal planeada.

Conquista de Asia Menor

Al comenzar la primavera del año 334, Alejandro dejó el ejército a cargo del general Antípatro, que debía demostrar que estaba a la altura del cargo defendiendo el país y manteniendo a Grecia sumisa a los macedonios. Comenzó entonces su camino hacia él

Helesponto bordeando el mar Egeo. A su compañero Parmenión le encargó la dirección de esta travesía, que llevó a cabo sin problemas: la Tróade (zona circundante de la antigua Troya) era de los macedonios desde el reinado de Filipo. Comenzó a conquistar el território asiático haciendo sacrificios simbólicos a los dioses. Por ejemplo, en Troya; en el templo de Atenea dejó sus armas llevándose a cambio las de otro legendario guerrero.

Un ejército persa que contaba con trapas del país y mercenarios griegos que se habían concentrado en Frigia (antigua región en Asoia Menor, actual Turquía), disponiendo la defensa de la ciudad junto a un río, el Gránico. Esto impidió que pasara Alejandro, que dispuso sus tropas frente al río y cruzó éste sin pensárselo dos veces, prácticamente pasando por encima del ejército contrario sin miramientos y matando en la contienda a un buen número de mercenarios griegos. Él mismo resultó herido. Los persas escaparon, pero los griegos que quedaron vivos fueron apresados como esclavos en castigo a su traición. Tras haber realizado esta conquista Alejandro consideró que había vengado la causa helenística y envió 300 trofeos a Atenas para el templo de Atenea .

Tras esto fue hacia Sardes, donde el gobernador le entregó las llaves de la ciudad. Una vez allí liberó a los habitantes de la ciudad devolviéndoles las antiguas leyes de la población. Al llegar a Éfeso (una de las doce ciudades jónicas) vio que la guardia había huido al tener noticia de su próxima llegada. Allí Alejandro dejó volver a los desterrados y dio permiso al partido democrático para ponerse en el poder, después de haber quitado el derecho de gobierno al partido oligárquico. Aunque Alejandro no era partidario de la democracia y la libertad ciudadanas, esperaba con seguir aliados con esta decisión. Una vez en Mileto, el general al cargo del ejército quiso defenderse y resistir, pero viendo los resultados (pésimos para su ciudad), decidió rendirse; con esta decisión salvó a los habitantes de la villa. Mientras tanto, los jónicos situados en la escuadra persa
decidieron desertar y esto permitió a Alejandro utilizar los barcos griegos, porque no quería darles un papel muy importante. Los prófugos griegos y macedonios, adversarios de Alejandro, se habían refugiado en Halicarnaso (situada en el actual golfo de Cos), una ciudad muy difícil de asaltar, dado lo encaramado de su situación. Alejandro intentó entrar dos veces en la ciudad; pero a pesar de todo el material bélico que poseía, no fue capaz y dejó a un joven oficial para que continuara la labor hasta conseguirlo, mientras él seguía su camino. Por su parte, llegó a las regiones de Licia y Paufilia, dejando guarniciones en ambas. Luego se internó en Anatolia. En Gordión se encontraba el carro del legendario rey Gordías, que tenía el yugo atado con una soga al timón, formando un nudo - en apariencia- imposible de desatar (de ahí viene el nudo gordiano). El oráculo había predicho que el que desatase el nudo se convertiría en el rey del mundo. Alejandro no fue capaz de desatarlo, por lo que lo cortó con un golpe de espada.

Por esas fechas (333 a.C.) Alejandro era considerado el dueño de toda Asia Menor, aunque sólo había conquistado una parte. Los persas pensaron que estaba perdido cuando se adentró en una región poco accesible, y Memnón, jefe de la escuadra, pensó que podría ganar entonces una guerra contra Grecia y Macedonia. Decidió tomar Quios -isla del Egeo entre Grecia y Turquía- y , tras esto, fue a conquistar Lesbos; pero murió justo cuando Grecia comenzaba a temerle. Sus sucesores no se atrevieron a terminar su obra y ésta quedó así.

Representación de  la poderosa armada macedónica

Poco después Alejandro partió a Cilicia. En Tarso, cansado y sudando como estaba, fue a bañarse en las heladas aguas del Kydnos, con riesgo de perder la vida. Había ya pasado todas las regiones donde se hablaba griego; pero esto no le causó mayor problema. Después del desfiladero llamado “Las puertas de Cilicia” le esperaba el rey Darío (noviembre del 333 a.C.), en la llanura de Sajoi; pero decidió adelantarse a Isos, cortando así la escapada a su rival. Al hacer esto cometió un grave error, porque dejaba una llanura, en la que ejército podía desplegarse, para llegar a un estrecho valle donde sus tropas se amontonaron. La desproporción del número de soldados en cada bando no era desechable; dado que Darío contaba con 500.000 hombres y Alejandro sólo con 30.000.

Fue una dura batalla, bautizada después como la batalla de Issos; pero cuando Darío vio que su ejército comenzaba a retroceder, huyó. Los pocos rivales de Alejandro que quedaban en combate vacilaron ante la huida y decidieron rendirse también, por lo que los griegos y macedonios se consagraron vencedores, organizaron una carnicería y saquearon el tesoro de Darío. Esta derrota supuso un giro de 180 grados en la historia persa, pues el gran rey había sido derrotado en su territorio. Después de esto es rey de Esparta inició contactos con los sátrapas, los atenienses intentaron negociar con los persas y Asia Menor estaba conquistada sólo en parte; pero esto no cambió las cosas para los persas. Darío pidió a Alejandro la libertad de sus parientes ofreciéndole un rescate, y quiso entablar amistad con su contrincante, pero éste  se negó en redondo. Según Arriano, las palabras exactas de Alejandro fueron: “Soy el dueño de Asia... el favor de los dioses me ha convertido en señor de tu imperio”. Un tiempo después, Darío hizo una nueva oferta: 10.000 talentos y la mitad de su imperio (hasta el límite del Eufrates). Los generales aconsejaron a Alejandro que aceptara, pero éste se negó.

Conquista de Siria

Alejandro se dirigió firmemente a conquistar Siria. La mayoría de las ciudades no ofrecieron resistencia alguna; excepto Tiro y Gaza. Los puertos de Tiro eran muy importantes, por lo que la posesión de la ciudad se hacía indispensable para los macedonios. Ésta, dad su situación en el medio del mar, se creía inalcanzable para los invasores. Primero intentó negociar amablemente con Alejandro, pero no tenían pensado dejarle desembarcar en la isla. El macedonio adoptó entonces medidas más estratégicas. Decidió construir una carretera sobre torres de madera que fuera hasta la isla desde tierra firme. Los habitantes de Siris no pudieron evitar la astucia de los rivales. Aún así la escuadra alejandrina no pudo desembarcar en los puertos de la ciudad. Aún así consiguieron tomar Tiro; exterminando o esclavizando a sus habitantes (año 332 a.C.). Gaza, capital filistea, pudo resistir dos meses los ataques, luego fue tomada igualmente.

El oasis de Amón

Alejandro continúa su camino y entra en territorios egipcios. Cuando llegó a Pelusa encontró su flota ya anclada en el puerto y la hizo remontar sobre el Nilo mientras él, por tierra, se encaminaba a Menfis. Allí encontró un gran tesoro que le resolvió bastantes problemas. Dado el régimen militar sobre el que se basaba la civilización egipcia del momento, no pudo evitar el parecer un liberador a los ojos de los habitantes del país al conquistarlo y no tratar a las personas con la dureza con la que prácticamente los habían esclavizado antes. Para conseguir la “simpatía” de los egipcios y que no se sintieran tan explotados, veneró a los dioses locales casi con el mismo énfasis con el que adoraba a los suyos; llegando a construir incluso dos santuarios, el equivalente egipcio al templo griego. Bajó por el Nilo montado en el trono de los faraones hasta llegar a un lugar cercano a Canope, lugar donde fundaría una ciudad: Alejandría. Después peregrinó hasta el oasis de Siwa, situado en el desierto libio, donde se encontraba el templo al dios Amon-Ra; dios tocado con dos cuernos en la cabeza y al que los griegos adaptaron a su cultura con el nombre de Zeus-Amon.

Los historiadores no terminan de ponerse de acuerdo en cuanto a la razón de su peregrinaje. Unos afirman que fue al oráculo pidiendo orientación sobre cual sería su destino, y este le reveló su divinidad; otros piensan que él ya estaba convencido de su propia divinidad y pidió al oráculo las propiedades divinas de las cual se creía merecedor. Sea cual fuera la verdadera razón que le llevó allí el resultado fue el mismo. Tras haber pasado grandes penurias en el viaje, durante el cual estuvo convencido de que iba a morir de sed, después de la visita al oráculo y haber escuchado las afirmaciones del sacerdote que este regentaba y que le llamó hijo de Amón; Alejandro se convenció de ser hijo de Zeus o Amón y quiso mostrarse a la altura de las circunstancias al saberse hijo de tal elevado padre. Este sentimiento de autodivinación no fue sino el resultado del conjunto de tradiciones religiosas egipcias que se le inculcaron en el templo conviviendo tanto tiempo entre la antiquísima cultura faraónica.

Babilonia y Persia

Alejandro, siguiendo su costumbre conquistadora, no se fue de Egipto sin haber antes organizado el sistema social, político, económico y militar a su manera, En resultas, adaptando la cultura y sociedad local a la grecomacedonia, a la cual estaba acostumbrado. En Egipto comenzó construyendo un puente sobre el Nilo para que sus hombres lo cruzaran más fácilmente. Luego volvió con su ejército a conquistar Asia de nuevo. Daría, dispuesto a luchar otra vez, reunió otro gran y desorganizado ejército alrededor de Babilonia. Alejandro decidió no volver por el desierto y llego pasando por Nisibis y atravesando fácilmente el río. Darío aguardaba a su rival un poco más allá, en la llanura de Ganganela (septiembre del 331 a.C.). Después de la derrota que había sufrido en el valle de Isos decidió que era mejor luchar en suelo llano. Alejandro, dada la inferioridad numérica de sus hombres, se cuidó bien de tomar más precauciones y concentrar a sus hombres en 1ª línea de combate. Los grecomacedonios estuvieron a punto de ser derrotados, pero remontaron la batalla y finalmente salieron victoriosos. Esta batalla es conocida como la batalla de Arbelas, a pesar de haberse desarrollado a unos 100 Km del lugar con ese nombre. Tras haber ganado la batalla, los macedonios persiguieron a sus rivales en su huida organizando una matanza; además de saquear la ciudad en Arbelas. En cambio Darío huyó a Ecbatana y no volvió a intentar medir sus fuerzas con Alejandro. Este, por su parte, inició camino a Babilonia, donde no intentaron luchar y, dado que tenían muchas quejas sobre la forma de gobernar de Darío, tomaron a Alejandro como un liberador y este comenzó a darse cuenta de que los persas no eran tan bárbaros como era la creencia general en su tierra.

Alejandro entrando en Babilonia

Tras haber entrado en Babilonia, Alejandro siguió su camino hasta Susa, que no tardó en ocupar por completo. Allí encontró las estatuas de Haramodio y Aristogión, que Jerges había robado, y las devolvió a Atenas, donde pertenecía. Tras esto, asaltó los sótanos de un palacio y se llevó un tesoro que le sirvió para continuar sus campañas y pagar a sus soldados. Festejaron con alegría el haber conseguido semejante botín mediante juegos, fiestas y sacrificios. Además Alejandro liberó a la familia de Darío, que había sido apresada y la instaló en un palacio. Tras esto persiguió a Darío a través de los Pilos pérsicos (donde habitaban tribus peligrosas y salvajes) hasta llegar a Parsa. Alejandro entró en Parsa tan repentinamente que los persas no tuvieron tiempo de sacar el tesoro del palacio real. Alejandro dio permiso a sus soldados para que saquearan la ciudad y mataran a sus habitantes; incluidos el palacio real y sus propietarios. Tras esto Parsa pasó a llamarse Persépolis (“ciudad en ruinas”). Alejandro continuó su campaña encaminando sus pasos hacia Pasargarda; la capital de Ciro, una ciudad santa donde el macedonio recogió un gran botín. Darío, refugiado en Ecbatana, disponía en al ciudad de un gran tesoro y un pequeño ejército; pero Alejandro no le dio tiempo para organizarse y Darío tuvo que huir de nuevo. Alejandro le persiguió rápidamente, recorriendo 400 Km en seis días hasta llegar a Hircania, donde Daría había sido asesinado. En honor a su eterno rival, Alejandro organizó unos grandes funerales; era julio del 330 a.C. El rey macedonio sólo había recorrido una parte del imperio persa, pero ya se consideraba dueño de este.

Extensión máxima del imperio macedónico

Su imperio abarcó varios países de tres continentes: El sureste europeo,
el noreste africano y la parte sur occidental de Asia.


Conquistas orientales

Tras haber pasado tantas duras batallas, y después de vencer definitivamente a Darío, los soldados del ejército macedonio sentían que ya no tenía campañas que realizar y quería regresar a casa con sus familias. Alejandro siempre se mostró en desacuerdo con esta opinión y no sólo no se lo permitió, si no que además reclutó a más hombres (orientales) en sus tropas.  Alejandro tenía ya una nueva meta; seguir a los traidores asesinos de Darío y acabar con ellos. Recorrió muchas ciudades y fundó otras tantas. Batallando constantemente (el mismo siempre en primera línea de combate arriesgando su vida), llegó a hacerse amo de todas las regiones orientales a su alcance. También se calcula que fundó alrededor de 70 ciudades llamadas Alejandría, aunque la mayoría no fueron más que pequeñas aldeas y campamentos; siendo la más importante la situada en Egipto. En el año 325 a.C. realizó la llamada expedición marítima de Nearco, que le llevó desde Pattala hasta Susa de nuevo, pasando por el puerto de Alejandría.

El día 13 de junio del año 323 a.C. Alejandro muere de enfermedad en Babilonia.



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